domingo, 20 de septiembre de 2009

Intimidad del escritor en Facebook


Tomado de Revista Ñ. Diario Clarín

19.09.2009 | Literatura



Intimidad del escritor en Facebook 08:25 |


Las fotos publicadas por los autores en Internet construyen imagen personal a la medida de sus estéticas literarias. A continuación, el modo en que exhiben sus vivencias cotidianas a través de narraciones de final abierto, en escenas de interior y con cuidadoso diseño de la espontaneidad.

La actitud relajada de la chi­ca de la foto es la evidencia de que está actuando. Se le propuso ser fotografiada espiando fragmentos de vidas ajenas que, como la suya, se desarrollen en el marco de la "red social". Pero la verosimilitud es dudosa: así no se espía en Facebook. Debería estar arrojada sobre la pantalla con los hombros y dedos tensos por la an­siedad que despierta toda oferta de consumos múltiple y simultánea.

De los escritores que se exhiben en Facebook, la chica de la foto practica abundancia de escote, po­lleras cortas, locaciones de cama, baño, cocina, poses de cándida y sexy alternadas, mucho disfraz en­cima. Su intervención a través de esas imágenes –ella misma recla­ma– debería ser interpretada como una ficción coherente y cohesiona­da. Marina Mariasch (poeta, El zig zag de las instituciones ) lo explica. "Es búsqueda de una poética que consiga pasar por encima las ba­rreras que imponen los formatos más mediados..., una poética de lo obsceno, no por pornográfico o abyecto, que coloque al texto en el lugar del tabú nombrado... para colocar al lector en un grado de in­timidad consigo mismo que pocas otras circunstancias logran".


Marketing

El escritor en Facebook, invaria­blemente, se juveniliza ; acata el símbolo publicitario que la tele­fonía móvil (cualquiera su forma y su marca) impuso al usuario de tecnología: se multiplica un joven más allá de la edad biológica y desligado de un tiempo específico que colma las páginas personales de fotos de divisiones escolares, gente vestida de sport, barras de cuatro o de cinco, sonrisas des­preocupadas, nunca en coyuntura de masa (que lo invisibilizaría ); no figura en hábitat de conferencia, presentación de libros o reunión de taller literario.

No se alude directamente a la carrera literaria; se llega al mis­mo fin por vía lateral: devela, cada escritor, el detalle de su vida coti­diana. Ahora deberíamos sentirlo parecido a nosotros ya que sus usos y prácticas, que espiamos, no remiten al escritor profesionali­zado; es un civil del montón que comparte consumos, gustos, prác­ticas, espacios que transitamos to­dos los días (Dani Umpi: posa con un vaso de plástico junto a la caja de un McDonald's). Su sonrisa a cámara, seguramente, se soltó tras escuchar un "whisky"; parece un turista o un vecino típico; y si com­partimos tanto, ¿por qué tomamos tanta nota de la distancia infran­queable que nos separa?

La esencia de sus fotos es re­velar que, siendo tan iguales, no­sotros y él, "resulta milagroso el producto de su arte" (R. Barthes en "El escritor en vacaciones", Mi­tologías ). "Los detalles de su vida cotidiana –sigue Barthes–, en vez de hacer más próxima y más clara la naturaleza de su inspiración, confirman la singularidad mítica de su condición", sobre los escri­tores de vacaciones según la narra­ción de Le Figaro.

Devenido celebridad para su co­fradía (los "amigos" de Facebook) el escritor entabla comunicaciones de uno a uno (hay poses con un fan por cada toma en el caso del uruguayo Umpi). No se ve dema­siada autotoma más característica del género "fotolog" (común en un nicho joven-joven). La mayoría de las veces el escritor en Facebook se escinde entre su identidad textual y la icónica: en las fotos despliega el show de una mundana banali­dad; en cambio la letra asociada (epígrafes y publicaciones de mu­ro ) lo manifiesta lírico, emocio­nado y comprometido con causas colectivas.

"Las intimidades chocan –asu­me Dani Umpi (Sólo te quiero como amigo, Interzona)–. Pero a mi psicólogo parece no interesar­le el tema. Uno se pregunta: ¿Por qué soy tan egocéntrico hablando de mí mismo como si fuera una celebridad, hasta que de repente la moneda se da vuelta? ¿Por qué tengo tan baja autoestima y no puedo aceptar que soy importante para alguien?".

Los más activos, entre los escri­tores de Facebook, componen per­formances basadas en elementos biográficos (fotonovelas, folletines, aguafuertes). En la serie de fotos Ed Midnight's Champagne, Edgar­do Cozarinsky permite al mirón acompañar el desarrollo de una celebración de cumpleaños, en la que se puede asistir a su mutación a Guasón (versión "Heath Ledger's style", define el escritor). Se revela como un conocedor profundo de los requerimientos de este sopor­te a una narración: escenario real, liviandad de crónica de sociales y estética afín a su última obra literaria, en este caso la comedia Burundanga (Mansalva).

Si el blog se consagró como espacio de promoción "oficial" de una carrera literaria, Facebook propone géneros híbridos: mezcla de foto plenamente posada y otra espontánea, de artificio y naturali­dad, ni una ni ambas.

Arte de espiar


"...Sigo, enfermizamente, conec­tándome al Facebook para ver si él puso una nueva foto, una nueva frase 'naroskiana', o qué le dice esa chiruza que le deja comentarios en su estado anterior. Por momentos creo que esta posibilidad de acceso a su información conspira contra la construcción de mi ficción... Nada impide que siga, compulsivamente, espiando sus fotos...". (Sonia Budas­si, Los domingos son para dormir, Entropía).

El profe es el protagonista de una ficción que la escritora relata vía la herramienta Twitter (men­sajería instantánea expresada en gerundios y 140 caracteres por notificación).
El presunto mar de subjetivi­dad, esa supuesta constelación de­mocrática de "yoes", que parecía rendir culto a un individuo eman­cipado de las reglas de la adoración mediática, vuelve a ordenarse en­tre gente que espía a otra gente que es espiada, y eso no ocurre con igual intensidad ni al mismo tiem­po. Entre los que mayormente se exhiben, rige una pose interferida: se exige una marca de verdad aun en la toma armada, como pasa con la imagen en el muro de Patricia Suárez (Perdida en el momento, Aguilar), capturada en pleno ges­to de ofuscamiento: la fuerte luz en el centro del rostro va sacando fragmentos de la cara de una se­mipenumbra: resume el efecto de develamiento al que debería aspi­rar todo escritor en Facebook. La autora, Premio Clarín de Novela, asocia la presencia femenina en la red social con una suerte de desquite de género. "Una filósofa amiga de una amiga sugirió crear una página web adonde cada mu­jer subiera las perradas que les hacía su hombre. Con nombre y apellido. Como en el muro de un baño, como el Veraz. Las mujeres tenemos espíritu de cuerpo. Hay cuestiones legales por las que esto no se podría llevar a cabo. Pero el Facebook más o menos se le pare­ce", dice.

Las fotos de Hernán Casciari (Más respeto que soy tu madre, Plaza y Janés) corresponden a un registro de stand up comedy : representan caricaturas de gestos ampulosos, hay reiterados payasos y villanos para público presunta­mente infantil, hinchas deportivos victoriosos e incluso hay margen para la representación (peluca, mate y revista femenina median­te) de su célebre Mirta Bertotti (que interpreta Antonio Gasalla en el teatro). En una foto de Facebook del novelista Juan Terranova, éste parece reflexionar sobre la esencia (desde su imagen triplicada en un interior de ascensor íntegramente vidriado) de una relación siempre triangular entre un objeto, un ob­servador presencial (que saca la foto) y un voyeur privilegiado que consigue el colmo de la satisfac­ción: cuarta pared, infinitud de escenas y personajes donde hacer foco y descenso de la censura so­cial respecto de su arte.

Para distinguir a un autor en el mar de vanidades personales, la foto de Facebook exige mayor producción que una vulgar ins­tantánea cazada con celular; debe crisparse, tomar vuelo para desta­carse dentro del conjunto, su con­dición de posibilidad. Si se trata de definir estilos para cada género de Internet, se dirá que la foto de Fotolog es escandalosa, hecha de semidesnudo y besos lenguados, altamente competitiva por la repe­tición de poses con ínfimas varia­ciones y la precariedad técnica que implica la autotoma; en cambio, la de Facebook es menos estridente ni espontánea ni actuada, sin de­masiado conflicto ni resonancias asociados, pero muy generosa en cantidad de información suminis­trada. En una posiblemente titula­da Cena con amigos, Martín Sivak (Jefazo, Random House Monda­dori) deja acceder a una sobreme­sa con comensales de nombre y apellido identificados; están los restos, las sobras, vasos y cubier­tos sucios sobre la mesa, todavía ahí; y lospersonajes entregan ges­tos indudables de fastidio (hombre sosteniéndose la frente con mano derecha), reproche silencioso (mi­rada penetrante de una mujer a su probable pareja).


Relaciones asimétricas

Los más histriónicos, entre los escritores en Facebook, logran rango de celebridad. No rige una democracia aquí: unas pocas pre­sencias carismáticas, con gusto e insistencia por las notificaciones periódicas de acciones triviales, y las contadas "lobas", controlan la circulación y el flujo de los espías demostrando abultados listados de contactos y comentarios (donde el poder y la influencia se miden siempre en términos cuantitati­vos). La fotogenia de Pola Oloixa­rac está hecha de personificacio­nes fijas: la más sugerente en su página es la mujer policía, mini, amplio escote y boca muy abier­ta, la pistola de agua apuntando a la boca de un tipo (que le sigue el juego con disfraz de preso); en otra foto, se la ve arrodillada ante un cura al que apunta a la yugular. Si el Fotolog (o Flog) es testimo­nio de una sexualidad desembo­zada (hecha de pantalones bajos, topless, obligatoriedad de besos, según la norma–Cumbio, patrona del género), el escritor de Facebo­ok defiende otra sutileza, la de una narración que deja su final abier­to: la intensidad, en cada foto, se juega menos en el impacto visual inmediato que en la posibilidad de imaginar una continuidad.


Blanqueo

El día en que la intimidad perdió misterio y se incorporó a la cultu­ra de masas, la "artista conceptual" Sophie Calle se consagró narrando su obsesión compulsiva; también el blog, el fotolog y el reality show achicaron la brecha entre vida y obra de un autor. "Quien nunca haya leído un mail ajeno –se jac­ta Mariasch– que tire la primera piedra." Sobre esa presunción se sostiene Facebook, de inmediata repercusión en el descenso de la censura moral sobre nuestras zo­nas erróneas: nos autoriza a espiar, ostentar y numerar a desconocidos a quienes llamamos "amigos".


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