viernes, 2 de octubre de 2009

Más Schmidt


ALEJANDRO SCHMIDT
Tomado de http://laseleccionesafectivas.blogspot.com/2006/12/alejandro-schmidt.html

Bio-Bibliografía

Nació en Villa María, Córdoba, en 1955. Publicó, entre otros, Serie americana (1988), Dormida, muerta o hechizada (1993), El diablo entre las rosas (1996), El patronato (2000), Silencio al fondo (2000), Esquina del universo (2001), La vida milagrosa (2005), Llegado así (2005), Casa en la arena (2006). Dirigió la revista El gran dragón rojo y la mujer vestida de sol (1987-1991), las carpetas de poesía Alguien Llama, la editorial de poesía Radamanto y, actualmente, la colección de poesía de Ediciones Recovecos, en Córdoba.



Poética

Un poema debe asumir el riesgo, la desprolijidad, el exceso. Prefiero los recortes, lo que se deshecha, borrones, tachaduras... no el objeto acabado, la conclusión, el punto final, sino los pedazos vivientes, los sueños, los tumultos de la sangre...
Amo los balbuceos, el desorden, las dudas, los espacios en blanco, las reiteraciones... ¿no opera acaso así nuestro corazón, nuestra cabeza? No el artificio, la artesanía, por sublime que sea, y sí esa pulsión de tinieblas y sangre y toda nuestra vida deshecha allí aconteciendo, acompañándonos.
Muy pocos llegan hasta el final y hasta el final no se llega con prudencia, astucias, disciplina, se llega con otra cosa que está contra la mano propia, contra los principios, las ideologías y sobre todo contra el temor. Corrijo un poema con otro y con otro... desde los 13 años estoy buscando el poema verdadero, ¿por qué no habría de divertirme mientras tanto? Escribo casi todos los días, ceniza, perlas, florcitas de plástico y también mi lírica de dolor y de veneno....va saliendo la poesía, va saliendo de esa tripa y uno no sabe qué es, ni maneja ni controla nada, salvo alguna corrección inevitable, alguna prudencia en publicar, alguna música.


Poemas:


silencio al fondo

con pocas palabras
puede escribirse todo
pero al escribir todo
algo se borra

lo comprendemos por
el vacío que aparece
y su tajo
donde
-como una mano que
saluda al ausente-
hundimos la lengua.



Silencio al fondo Ediciones Salido, Junín, Buenos Aires/ ediciones radamanto, Villa María, Córdoba, 2000.






Oyendo el corazón de las vacas


no
yo no me fui
soy de los que se quedaron acá
oyendo el corazón de las vacas
rompiendo los vidrios del espacio
para que pase la noche
y se desangre.




Mi corazón era un hotel


mi corazón era un hotel
vestidos de fiesta
los huéspedes se iban sin pagar
a los portazos

es cierto
a veces
una mujer lloró en sus ventanas
hasta cansarse

es cierto
yo era el que lustraba los zapatos

es cierto
hubo temporadas malas
problemas de humedad
palmeras muertas

todo eso es cierto
también la luna
y el loco que cantaba

mi corazón era un hotel
ahora parece una casa

una casita blanca.



(Esquina del universo Alción Editora, Córdoba, 2001)




El predestinado

Con los dedos en punta
me tocó la poesía
me sacudió con repugnancia
y algo de curiosidad.

No digo que llegó a pesarme, medirme
a contarme los ojos
tampoco me abandonó en la calle
con un lápiz rojo y un baúl

¿qué se creerá?
tanta soberbia, todo el día de aquí para allá
con la boca tapada
si después de todo
no la invita nadie
ni llega a ningún lado


me alzó sobre el pozo del mundo
esa señora
y me soltó


(La vida milagrosa. Ediciones Recovecos, Córdoba, 2005)




Colegiales de la noche

¿Flotan los muertos?
su agua
¿es el temor?
¿qué pasaría si fueran tu mesa?
¿si no se corrompieran
y bailaran?
¿si fueran colegiales de la noche?
¿si el alma fuera un mapa comido por la arena?
¿cómo aprenderíamos la oscuridad?
¿hasta dónde podríamos mirar?

Si entre la muerte de todos
y la muerte mía
sólo vos estuvieras
viva
tropezando con cantores de madera
con las raíces muertas del mar
con nubes de piedra
puerta tras puerta
y atrás
muy atrás de tu verde corazón
el viento
impulsara
en papeles de oro
barcos y leones muertos
donde viven las palabras
¿sólo una vez?

Y entonces
con los poderes que otorga
la ignorancia o el amor
abrieras los labios
y el silencio cayera en mis manos
¿alguien más sería estremecido
o nuevo
como una gota?

¿y si el silencio estuviera muerto?
¿y si la luz estuviera muerta?
¿y si caminaras hacia mí
como otras veces
y pudieras alcanzarme y sonreír?

¿y si eso fuera todo?
¿y si la muerte no existiera?
¿y si fuera una idea del tiempo
mientras aguarda bajo el hielo
su remo y sus batallas?

¿Adónde van
envueltos en hojas
en campanas?

¿Adónde reúnen sus espumas?

¿Y si dieran la felicidad?

¿Y si completaran el sol?


(Llegado así, Ediciones Recovecos, Córdoba, 2005)

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...