viernes, 1 de enero de 2010

La vida me pone a prueba

Llevo años teorizando sobre sexismo, clasismo, racismo, educación sexual para niños, niñas y jóvenes y sabía que este momento llegaría:
Mi hijo mayor (19 años actualmente) no sé cómo hizo para elegir siempre compañías de ambos sexos que me eran queridas y conocidas, fui su profesora durante tres años del secundario así que conozco a todas sus "juntas" y las chicas que hace "pasar para el fondo" me parecen simpáticas aunque Julián no quiera contarme demasiado de sus vidas.
La cosa es Magdalena (diosa, cosita de mamá) que se me ha puesto de novia con un chico del barrio que dice haber "terminado" de estudiar cuando tiene 15 años (mi hija los cumpel dentro de seis días) y aprobó noveno grado (el equivalente de nuestro segundo de secundaria). Su familia está formada por una mamá que "está hecha pelota" (Magui dixit) de vieja y arruinada y que "según yo le conté" dice Magda, tiene siete hijos propios y una adoptada: Cuatro (incluído mi yernito el Isma) "de un papá que vive en el fondo", una de otro papaá que "no se sabe dónde está", la adoptada (????) y dos más de un nuevo señor con el que vive actualmente. De los hermanos más grandes que Isma, las dos primeras tiene una tres hijos, otra uno y el hermano de 17 tiene un bebé con una "que nunca fue su novia" y que lo tuvo porque "lo hizo estando borracho". Dice mi hijita que ninguno de estos padres y madres pasa de los 20 años.
Anoche se juntaron todos en "la casa donde vive Isma". ¿Casa de quién? pregunté yo. De los tíos de Isma porque Isma vive ahí porque cuida a los sobrinitos. "A todos los chiquitos lo cuida él", dice su novia que antes fue mi hija.
Jajaja. Me lo tengo merecido. A ver si me la banco.
La cosa es que mi hija está contenta. Luce sin problemas sus chupones en el cuello y me cuenta sus descubrimientos. El Isma es bonito, me dice "suegra" tímidamente desde detrás de la reja (que viene hasta casa pero llama a Magda desde la vereda (donde pasan dos o tres horas por las tardecitas)pero no entra a casa porque a Magda le da verguenza (no em atreví a preguntarle si le da verguenza él o nosotros) y cuando me escucha que cierro el portón con las típicas recomendaciones: "No andés sola, avisame cualquier cosa.", me dice sin levantar la vista del piso: "Yo se la cuido, doña, está conmigo."

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...