sábado, 20 de noviembre de 2010

A mí me pasan todas

Quien nunca haya viajado en el tren del Oeste tiene permiso para no creerme. Los demás saben que lo mío es sólo un aporte más al muestrario, bestiario, prontuario, anecdotario de las cosillas que pueden sucederle a cualquier argentino, bonaerense, resilente, sobreviviente encaprichado y avasallador a quien la realidad cotidiana le chupa absolutamente un egg.
Se me cayó una ojota en el andén y me fui en pata (no "patas" porque era una sola la desnuda) a comprar otras a un todopordospesos (que ya no tienen nada de dos pesos).
Yo iba como todos mis accidentados sàbados hacia la facultad (parcial de gramática, clase de española) y, por primera vez, havía decidido no clazarme porque havía calor y estaba muerta de la semana y total mis havas lila son bonitas y pegaban con mi blusa neohippie (nítese el tiempo verbal pasado).
En el andén de Morón havía mucha gente, el tren se detuvo y, lo normal: empujar y ser empujado, lograr subir manteniendo el decoro, algo de las buenas costumbres y... el calzado en el pie al saltar el agujero que separa vagón de andén. No pude con lo último: una boluda me pisó justo sobre el vacío y mi ijita lila fue a parar debajo del tren.
Retrocedí. Salí de la estación con mi boleto de ida y vuelta en mano pensando que iba a tener que pagar otro de ida y que me compraría unas sandalias de 300 mangos si no tuviera miedo de perderlas en la próxima subida y si... ¡no estuvieran todos los locales cerrados a las 8 de la mañana!
Tres cuadras rengueando. Nadie te mira entre tantos locos que van, vienen, venden, baldean, abren, cierran. El señor del "bazar" me pareción confiable, de esos que dirían un hermoso "Qué barbaridad" cuando le contara mi anécdota:
-Buen día. ¿Ojotas tiene?
-Algo queda. ¿Que número? (Mientras se agacha a revolver bolsas detrás del mostrador)
-37
(El hombre muestra sólo dos pares: uno celeste mortalmente feo y otro amarillo mortalmente ridículo. Ya se sabe qué elegimos).
-¿Cuánto salen?
-10
-Llevo estas porque sabe que recièn en el tren... blablabla
-Ya no se puede ni viajar vio?
-Ajá... Permiso, voy a calzarme.

2 comentarios:

Laura Ponce dijo...

JUA,JUA, JUA! Esto es de lo mejor que he leído en tu blog! Eso es un cuento, ciento cincuenta y ocho veces mejor que tanta pavada que una ve publicada por ahí. :-D

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

Gracias, pero Magdalena dice que no me habla hasta que no tire estas ojotas amarillas ¿será el precio del arte?

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...