domingo, 17 de abril de 2011

Nunca me abandones

La peli es muy muy triste pero aùn así no logra el nivel de tristeza que yo leí en la novela y que me pareció lo más hermoso de la historia. Los problemas de educar y acercar al arte a los niños destinados exclusivamente a ser donantes de órganos aparecen en la peli pero no tan dolorosos como yo los recordaba. Tambièn estàn el dolor por no sentir amor verdadero en la corta vida que les toca, por no saber de dónde vienen y obsesionarse detrás de una cara que creen ser la de su "modelo" o buscarse en suburbios y revistas porno porque se cree que de esos lgares se sacó su adn.
Me acuerdo de la bronca que me dieron los sistemas educativos que se consuelan tratando de creer que hacen los mejor posible y todo es cada vez más lacerante. Y la idea de ver "finalizar" a los amigos y de agarrarse de cualquier leyenda o rumor que dé un poco de esperanza, que les haga creer que "estar enamorados" les conseguirá una postergación. Esa loca idea de que el arte y/o el amor pueden salvarnos de la muerte.
No sé si la peli sola pega tanto como el libro, por ahí sí. Yo me acuerdo de la sensación de quererme quedar a vivir adentro de ese mundo, de querer consolar lo inconsolable y de la belleza que duele de la escritura de Ishiguro.

1 comentario:

Laura Ponce dijo...

La película, como en su momento el libro, me impresionaron mucho. Me dejaron con esa sensación de opresión en el pecho, de angustia. Sobre todo, la sensación de lo inevitable, de no tener defensa frente a un destino que se ha diseñado para uno y al que hay que resignarse, del que no existe escapatoria. Eso me parece que es lo más fuerte de la historia: que a las víctimas se le enseña la resignación y el sistema parece mucho más cómodo gracias a eso: a la resignación y al uso de eufemismos (nunca dicen "muerte" sino "terminación", etc).
La historia está sobrevolada por esa continua languidez, esa tristeza y esa melancolía no por lo que se ha perdido sino por lo que nunca se tendrá. La belleza de la fotografía y de esa luz tan inglesa solo refuerza la sensación de todo lo que rodea a los personajes, de todas las posibilidades florecientes del mundo, todas esas posibilidades que siempre estarán fuera de su alcance.

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...