domingo, 11 de diciembre de 2011

Los mil estribillos

domingo 11 de diciembre de 2011

Lady Gaga y Prince Charming



por Daniel Link para Perfil



Temprano, muy temprano, me despertó el celular. Era Flor, a quien no veía desde nuestras correrías egipcias, tanto tiempo atrás, pero con quien no hemos dejado de estar en contacto, en las malas y en las buenas, vía skype.
"Nena, ¿cómo va todo?", le pregunté. "Estamos reeenerviosas", me dijo. Y me pidió que me fuera corriendo al pisito de Amado, a ayudarlo en la toilette. "¿Qué te vas a poner?", le pregunté, curioso. "Unos trapitos", me dijo, y estalló en carcajadas. "Y una flor negra en el pelo". "¿Y tu mamá, de luto?" Sí, Ella iba a ir de negro con encajes, drapeados, raso en la cintura, brillitos. "¡Un fuego!", me dijo. El día anterior había sido de peluquería y le habían dejado el pelo divino con un baño de keratina. Ahora se estaba maquillando, me contó, proceso complicadísimo, mientras repasaba el discurso y las alusiones a "Él". "Es una cábala", me aseguró Flor, a quien Nueva York le hizo mucho bien: "cada día estoy más Gaga", me había dicho, y luego comprobaría la verdad de sus dichos. La saludé mientras salía a cumplir con la encomienda.
Cuando llegué a Puerto Madero, ya era tarde. Amado estaba, ojeroso y en boxers, tomándose unos mates en el living de su casa. El centro de mesa, un estuche de guitarra eléctrica abierto en dos, con un juego de platería brillante acomodado adentro, daba cuenta de los excesos de la noche anterior. "Amado", grité, "no fuiste a la peluquería". Se excusó diciéndome que no había tenido tiempo. "¿Y el traje?", le pregunté. Me señaló un trapo arrugado que se había sacado el día anterior. Ya no había tiempo de plancharlo, Florencia me iba a decir de todo. Entre las corbatas, rescaté las únicas tres que no tenían manchas. Él eligió, en contra de mis protestas, una celestita. "¡Parecés un bancario!", le grité. "Es lo que soy", me dijo, y salimos corriendo para el Congreso.
Cuando bajó del auto y se abrazó con Agustina, me dio su celular y me pidió que twiteara todo lo que me pareciera importante, porque él no iba a poder hacerlo. En la explanada, me di cuenta de que el traje no le sentaba en absoluto y le marcaba los flotadores en la cintura trasera. Rogué al cielo que las cámaras no lo tomaran de espalda.
Nos ubicamos en el hemiciclo legislativo. Afuera, la multitud rugía el folclore de siempre: "Patria sí, colonia no", "Avanti morocha", y los mil estribillos de los que disfrutan los pobres de espíritu. Emocionadísimo, me sequé las primeras lágrimas de las muchas que habría de derramar en las horas futuras. Twittee, en la cuenta de Amado: "Estoy feliz, estoy orgulloso".
La presidente llegó puntual, divina, con los brazos enfundados en primosos calados y el pelo en llamas. No tuve tiempo de acercarme a saludarla, pero ella me preguntó mi parecer con un imperativo movimiento de cejas. Aprobé con los dos pulgares y me mordí los labios para ahogar un sollozo. "¿Dónde está Florencia?", la oí preguntar. Quería entrar junto con ella, jurar a su lado, que ella le pusiera la banda y le entregara el cetro, como estaba previsto. Gaga apareció a los saltitos (estaba saludando a sus fans) y comenzó la ceremonia. "Dios, La Patria y Él me lo demanden" (uf, qué lata), "Pueblo de mi patria", "Leer los diarios es un ejercicio militante", "Soy fanática de los números", "Yo quiero ser cualquier cosa menos boba", "No soy yo, soy un proyecto colectivo" y "Para una Argentina más justa, más equitativa y más solidaria", fui twiteando en la cuenta de Amado.
De pronto, ya de vuelta en la explanada legislativa, sentí un pellizco en la nalga. Era Flor: "lo trajiste hecho un estropajo", me dijo. "Y qué querés", le contesté, "Yo no puedo hacer milagros, no soy tu mamá". Me dio un beso en la mejilla, se metió en el Volkswagen de alta gama que la esperaba y, con un guiño, me dijo: "Lady Gaga has left the building".
Ahora iban a empezar la Fiesta Patria Popular ("Ya se oyen los claros clarines", musité) y el Besamanos, y yo, a esa altura, quería un choripán. Me fui acercando a Juan Manuel Urtubey, el más guapo de entre el chonguerío presidencial.

Etiquetas: Reina Cristina Publicadas por Linkillo

No hay comentarios:

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...