domingo, 12 de febrero de 2012

Ser matriarca es duro

Los Mosuo y el reino de las mujeres


Por Liana Cisneros

Tomado de http://fueradeperu.blogspot.com/2009/01/los-mosuo-el-matriarcados-que-sigue.html


El reino de las Mujeres, libro escrito por el médico, fotógrafo y periodista argentino Ricardo Coler, me dejó con mucha curiosidad y ganas de seguir conociendo la dinámica de las culturas matriarcales. La de los Mosuo, en este caso, es una de las más fascinantes. En un lenguaje sencillo y claro, Coler describe la vida de los habitantes (25,000) de Loshui, un pueblo chino que se encuentra en el sudoeste, cerca del Tibet y a orillas del lago Lugu.

La vida e historia de esta comunidad, considerada como el último matriarcado puro que queda en el mundo, requiere un acercamiento con una dosis de apertura para intentar entender su lógica, distinta a la de las culturas patriarcales. En Loshui, las mujeres dirigen la vida cotidiana de la comunidad, ellas manejan (y heredan) las propiedades familiares, los destinos de sus familias y el dinero. No se casan y sus hijos llevan su apellido. En tanto los hombres al no casarse viven con sus madres, hermanas y otros familiares y tienen un rol diferente, de alguna manera complementario. En la vida de los Mosuo no existe la figura del padre, como lo hay en Occidente, por lo que a nadie le interesa conocer a su progenitor o a su hijo.

Frente a la pregunta de si no tenían deseo de tener una compañera con quien compartir, conversar o hacer proyectos, el jefe de la aldea, Lu Gu Pitsa, contesta, "Tengo mi familia y no necesito a alguien de afuera para sentirme acompañado... Jamás pensaría que una mujer de otra familia pueda llegar a ser mi familia. Mi madre, mis hermanas, mis hermanos y los niños, los que vivimos en esta casa, son mi familia. Con mujeres puedo realacionarme cuando quiera y las veces que quiera".(1)

Tsunami Ana, una de las matriarcas más viejas, habla acerca del rol de los hombres “se ocupan de tomar grandes decisiones, como comprar algo de envergadura, un toro por ejemplo, establecer un lugar para vivir, ampliar la casa, invertir en más tierra. Grandes decisiones, ¡bah!, nada importante, pero para eso el hombre tiene habilidad y nos saca un problema de encima”.(2)

"Lo que caracteriza a la sociedad matriarcal es que la mujer, además de ser la que tiene el poder, imprime a la sociedad una característica femenina. Que no es lo mismo que las mujeres estén en el poder, porque tenemos ejemplos de algunas que gobiernan y son más varoniles que un hombre... Aquí la característica principal es que hay algo en la sociedad que puede enlazarse, emparentarse con lo femenino"(3), puntualiza Coler (al costado. ©cajamadrid.cronicasocial.com/mm/43090.jpg).

Jin Sik aborda el tema de la infidelidad en las relaciones “...Si va con otra se acaba. Sin peleas, pero se acaba”. Esto sucede si es que hay entre ellos una relación exclusiva y no de encuentros ocasionales o como también la llaman de amistad. Sik añade que “Hay hombres que han sido infieles con alguna mujer pero no con otra, hay todo tipo de hombre...Hay mujeres que hacen lo mismo, quizá mucho menos que los hombres, pero la infidelidad no es algo exclusivo de ellos”.(4)

Uno de los aspectos que más me llamó la atención en la vida de los Mosuo y que no pude evitar comparar con las culturas patriarcales, como en las que vivimos, es su relación con la violencia, que según Coler está ausente. En el libro sostienen los pobladores que la violencia les produce rechazo unánime, que está mal vista y les avergüenza. Una de las responsabilidades, de las pocas que tiene, el jefe de la aldea es el de mediar en casos de conflictos o discrepancias.

Yasi Tu Ma (a la izquierda junto a Coler.©Lei), es una de las matriarcas más jóvenes y admiradas por los hombres de Loshui, con apenas 23 años dirige la vida de su familia. Ella admite que ser matriarca es duro porque trabaja mucho (al igual que las otras) pero lo hace para “que su familia esté mejor y mejor”, en términos de bienestar, no de acumulación de dinero. “Los Mosuo, en algunos puntos, no sólo no piensan distinto sino que pueden emocionarse, entristecerse o molestarse, por razones diferentes a las nuestras. Volverse acaudalado, por ejemplo no es un valor social. Ni los seduce ni les quita el sueño”(5), manifiesta Coler.

Ricardo Coler ha escrito otros dos libros, Eterna juventud-vivir 120 años y Ser una Diosa. El primero trata sobre los habitantes longevos de Vilcabamba (Ecuador). Coler, como médico no ha podido entender por qué los pobladores de este lugar viven tantos años y que después de pasar el siglo, siguen leyendo sin lentes, conservan toda su dentadura, mantienen su potencia sexual y no se les blanquea el cabello. Señala que "fuman, beben, consumen sustancias más nocivas que la cocaína y participan activamente de las fiestas. Lo mismo sucede con el tema de la salud, no se hacen chequeos ni toman medidas de prevención porque no se enferman; tampoco piensan en jubilarse. Cuando llega el momento de partir, se despiden sin preparativos: salen a trabajar y no vuelven, se acuestan a dormir y ya no se levantan" (6). En Ser una Diosa narra sobre la vida que rodea a las Kumari, las diosas vivientes adoradas en Nepal.

(1) El reino de las mujeres (2005). Editorial Planeta. Pag. 71
(2) Ibid. Pag. 96
(3) http://www.revistafusion.com/2008/enero/entrev172-2.htm
(4) Ibid. Pags. 176-177
(5) Ibid. Pag. 203
(6) http://www.puntaweb.com/cgi-bin/libros/consultar_libro_div.pl?cod=1509

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que sonríe cómplice de amor...