domingo, 19 de mayo de 2013

Que escribir tenga una relación esencial con las líneas de fuga

"Es muy posible que escribir tenga una relación esencial con las líneas de fuga. Escribir es trazar líneas de fuga que no son imaginarias, y que uno debe forzosamente seguir porque la escritura nos compromete con ellas, en realidad nos embarca. Escribir es devenir, pero no devenir escritor, sino devenir otra cosa. Un escritor de profesión puede juzgarse según su pasado o su futuro, según su porvenir personal o según la posteridad («seré comprendido en dos años, en cien años», etc.). Otros muy distintos son los devenires contenidos en la escritura cuando ésta no se alía con las consignas establecidas, sino que traza líneas de fuga. Se diría que la escritura por sí misma, cuando no es oficial, se encuentra forzosamente con «minorías», que ni escriben necesariamente por su cuenta, ni tampoco se escribe sobre ellas, en el sentido de que no son tomadas como objeto, pero en las que como contrapartida uno está atrapado, quiérase o no, por el hecho de escribir. Una minoría nunca está del todo definida, una minoría sólo se constituye a partir de líneas de fuga que corresponden a su manera de avanzar y de atacar. En la escritura hay un devenir-Mujer. Y no se trata de escribir como una mujer. Mme. Bovary «soy» yo, es una frase de un histérico tramposo. Eso ni las mujeres lo logran siempre cuando se esfuerzan en escribir como mujeres, en función de un porvenir de la mujer. La mujer no es necesariamente el escritor, sino el devenir minoritario de su escritura, ya sea hombre o mujer. Virginia Woolf se prohibía «hablar como una mujer», y así captaba tanto o más el devenir-mujer de la escritura. Lawrence y Miller pasan por grandes falócratas, y sin embargo la escritura les ha arrastrado en un devenir-mujer irresistible. Si Inglaterra ha producido tantos novelistas es a causa de ese devenir en el que las mujeres deben esforzarse tanto como los hombres. Hay devenires-moro, devenires-indio en la escritura, que no consisten en hablar como un piel roja o como un moro . Hay devenires-animales en la escritura que no consisten en imitar el animal, en «hacer» el animal, por la misma razón que la música de Mozart no imita los pájaros aunque esté impregnada de un devenir-pájaro. El capitán Achab tiene un devenir-ballena que no es de imitación. Lawrence y el devenir-tortuga en sus admirables poemas. Hay devenires-animales en la escritura que no consisten en hablar del perro o del gato de cada uno, sino que consisten más bien en un encuentro entre dos reinos, un cortocircuito, una captura de código en la que cada uno se desterritorializa. Al escribir se proporciona escritura a los que no la tienen, y éstos a su vez proporcionan a la escritura un devenir sin el cual no existiría, sin el cual sería pura redundancia al servicio de los poderes establecidos. Que el escritor sea minoritario no significa que haya más lectores que personas que escriben; en la actualidad eso ya ni siquiera sería cierto. Que el escritor sea minoritario significa que la escritura encuentra siempre una minoría que no escribe; y no es que la escritura se encargue de escribir para esa minoría, en su lugar o a propósito de ella, sino que hay encuentro, encuentro en el que cada uno empuja al otro, lo arrastra en su línea de fuga, en una desterritorialización conjugada. La escritura se conjuga siempre con otra cosa que es su propio devenir. No hay ningún agenciamiento/ensamblaje que funcione a partir de un único flujo. La escritura no es cuestión de imitación, sino de conjunción. El escritor está impregnado hasta el fondo de un devenir-no-escritor."


GILLES DELEUZE – CLAIRE PARNET. DIÁLOGOS

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