lunes, 2 de diciembre de 2013

Huiré (sin excesos) del trato con la parca

De "Monólogos de la casta Susana y otros poemas" 1986

"Una mujer llamada Susana Hija de Helcías,
hermosa en extremo y temerosa de Dios".
(Daniel 13, 2)

"Prorrumpió Susana en gemidos,
y dijo: Estrechada me hallo por todos los lados;
porque si hiciese eso que queréis,
sería una muerte para mí, y si no lo hago,
no me libraré de vuestras manos".
(Daniel 13, 22)




1. Nunca tuve el menor entusiasmo

Nunca tuve el menor entusiasmo
por una vida breve aunque gloriosa.
Frecuentar ansío mis potajes
(agridulces y fuertes) todo el tiempo
posible. Amar también
sin mucho esfuerzo). Ser amada
como si fuese el único animal
deseable en el planeta. Aburrirme.
Maldecir. Desesperarme
hasta pedir la muerte / conociendo
que el infarto no acude por llamado
(¿o sí?). Entonces te detesto
chiquilla coronada con laurel
o varas de apio fresco, lloriqueada
en tierno funeral
antes de los mareos y el bochorno
del primer embarazo.
Gloriosa tú. Yo en cambio
llevaré esta belleza inevitable
(¿cuánto más todavía?) que me ocupa
como el relleno a un pavo.
Huiré (sin excesos)
del trato con la parca. Deseo
(con fervor) un par de nietos
sanos y presentables. Poco importa
que los lustros me vuelvan
triste o necia. Una carga
(así suelen decir) para mis hijos.
Poco importa.
Es tarde de tormenta. El jardín
luce bajo la lluvia como los pelos
de una rata mojada. Hoy cumplí
los treinta años de edad.
He ganado (supongo) en experiencia
y hasta en sabiduría. Mas la madre
del llamado cordero (mala madre)
está en estos pellejos
que me sobran. las lonjas de jamón
no comestible creciendo
aún con disimulo. menos mal)
entre mis muslos, mis caderas.
mi vientre (la barriga)
plegándose en mi pubis.
Nunca tuve el menor entusiasmo
por nosotras. Ni por ti.
Ni por mí.



Antonio Cisneros

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...