martes, 31 de diciembre de 2013

No recitamos poemas, no lloramos en grupo, no rayamos paredes, no cantamos lo mismo y no tenemos ritual

Institución Cultural Pachayachachiq




Por qué comemos sin hambre?




Comemos sin hambre porque nos comparamos entre unos y otros, y cambiamos la cara por una corbata. Comemos sin hambre porque no caminamos descalzos, no miramos al cielo, no hacemos fogatas, no bailamos en círculo, no escuchamos los cuentos, no pintamos las caras, y no tocamos la piel.

Comemos sin hambre, porque no cerramos los ojos, no respiramos profundo, no tallamos madera, no dormimos en grama, no bebemos del río, no pescamos del lago, no contamos las nubes, no recitamos poemas, no lloramos en grupo, no rayamos paredes, no cantamos lo mismo y no tenemos ritual.

Comemos sin hambre porque sentimos rabia y tristeza de que no salvamos al mundo, y porque siempre hay comida, y comiendo sin hambre no herimos a nadie, y nos dolería por dentro el tiempo en silencio que nos demostrara que debemos hablar.

Comemos sin hambre porque es más fácil comer que dejar al marido, que volver al trabajo, que intentarlo de nuevo, que regresar a la vida, que pedir lo que es de uno y que decir la verdad.

Comemos sin hambre porque seguimos iguales, y hacemos lo mismo, y no partimos de cero, y preferimos la imagen del lago estancado, y no la del río que corre soberbio con su libertad.

Comemos sin hambre porque pensamos que la edad es delito, que estar solo es lo de menos. Comemos sin hambre porque no hemos leído que dice ¡no temas, te seguiré a donde vayas! Que seas valiente, que seas atrevido, que seas un fuerte guerrero de fe.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...