sábado, 1 de febrero de 2014

Escribir es escucharse en silencio




Héctor Hernández Montecinos



1.      No tengo ningún interés en que me reconozcan, ni siquiera en que me conozcan. De hecho nunca me ha gustado la gente y si fuera por mí reencarnaría en una ola del mar. Respecto a la obra con suerte alguien te citará en un poema a medio terminar y eso es la inmortalidad. El día que lo termine pasas a ser un epígrafe más de un libro condenado.

2.      Si uno supiera que todo el mundo va a leer tu libro una vez publicado lo escribirías de manera absolutamente distinta.

3.      Si Borges dice que en la literatura los tópicos no son más de cinco, en la poesía creo no superan los tres: el yo, el tú y el algo, que vistos con un poco de distancia no son más que un yo que mira hacia sí mismo, hacia al frente y hacia el costado, de reojo.

4.      No es que en Chile seamos provincianos, es que la cordillera de la costa es muy grande.

5.      Me gustan como se ven los ojos morados. Por eso escribo sobre travestis con síndromes de down.

6.      Las cosas sin importancia son las más importantes en mi vida.

7.      Uno comienza a madurar cuando deja de ilusionarse y concluye cuando uno deja de desilusionarse.

8.      Me gustan el momento cuando entran mis amigos al bar, caminan como pisando libros y mordiendo las miradas de quienes se fijan en ellos. Otean el lugar a la redonda y al divisarme hacen un gesto de cómo si estuviésemos a kilómetros y estamos a unas cuatro chorillanas de distancia. Se acercan con solemnidad y agua en la boca, me saludan con un beso en la mejilla y se sientan acomodando las nalgas en el aire. Para ellos eso dura cinco minutos, pero para mí es por lo menos una hora y no termino de entender por qué sucede eso. Sus movimientos se ralentizan y sus cuerpos parecen hermosos en ese vaivén secreto que ocurre debajo de la ropa. Despierto del trance cuando ya frente a mí tienen la mano estirada y gotea la cerveza de su vaso enorme. Salud se dice mientas la rocola suena a todo mambo. Salud uno responde e intenta recordar cómo se llama el querido amigo.

9.      Una de las cosas más importantes, que ciertamente está muy devaluada hoy en día, son las estaciones del año. De hecho creo que es lo más importante del mundo. Lo más más más importante.

10.  Escribir es escucharse en silencio.

11.  Los que venden las estampillas en el correo, los que limpian los revólveres de los policías y los que conducen los automóviles de los diputados viven del Estado y para algunos por ganarse unos dracmas como ellos un miserable escritor se convierte en un escritor miserable. No creo que sea cierto que el Estado seamos todos, pero sí todos sus errores.

12.  Un modo de reconocer a un buen crítico es cuando destruye un libro con la mayor virtud que posee, pues los malos libros están llenos de virtudes y por eso son tan leídos. El problema no es el crítico, ni siquiera el libro sino esa virtud que empata a cero al lector y al escritor.

13.  Por último hay que escribir buenos libros sólo para joder a los hijos de puta que nos caen mal.

14.  De los escritores se lee su silencio, tanto el que hay entre poema y poema, o entre libro y libro, o incluso entre su vida y la que sigue en su próxima reencarnación. Nadie lee en serio, y lo digo muy en serio, a un autor mientras está vivo. Se lee como literatura, sin embargo cuando el tipo o la tipa muere o se va para no regresar jamás recién se lee dicha escritura, dichas palabras, dichas letras. La literatura es la fachada de la vida, pero cuando ésta se acaba también cae la otra y recién ahí se puede leer el silencio del lenguaje. A lo que voy de algún modo es que la literatura es el ruido de todos los libros del mundo hojeándose a la vez.

15.  Todos mis defectos en la vida real me han hecho mejor escritor.

16.  Me gusta el valor, en el sentido del coraje, de las personas, pero más aun en los escritores que tengan el valor de hacer una obra que sea más que ellos. Lo cual se hace cada vez más difícil si al mismo tiempo te haces más bastardo.

17.  Por paradójico que suene cada vez que escucho o veo la palabra Papa pienso en esta otra, humor negro.

18.  Cuando eres joven te enamoras de los poetas que lees; cuando viejo, te enamoras de los libros que leyeron. Y de ellos.

19.  La poesía latinoamericana nace como una reacción a la poesía francesa en su momento. Ahora habría que hacer que los franceses reaccionen ante lo latinoamericano. Sería un boom.

20.  Una obra no es parte de una memoria colectiva, no trae nada del pasado ni viene de allá. No está obligada a atestiguar nada que haya ocurrido. En efecto, me he preguntado innumerables veces el hecho de que los académicos y críticos a partir de las obras literarias estudien la sociedad. Por ejemplo, está lleno de estudios sobre la violencia política analizadas en novelas y poemarios, y yo me pregunto si no sería más productivo estudiar a los lectores de esas obras, lo cual me parecería más coherente, y por cierto, más productivo.

21.  Una obra trae al presente el presente, y muchos presentes. Así, la novela invita a habitar un tiempo ocurriendo, gerúndico, en el que todo lo que existía antes de leerla es real, luego ya no. Ese es dicho presente, más amplio que el cronológico y más circunspecto que el espacial.

22.  En realidad cualquier alter ego es de menos alter y de más ego. Aun así, todo lo que escribe un autor en sus libros es su alter ego, desde el jovencito de la historia hasta el condón usado que arroja por la ventana y le cae a su madre en la cara.


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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...