martes, 26 de agosto de 2014

La princesa y el plebeyo

Esto me pasa por tanto hablar de literatura medieval: Soñé que yo era la infanta y llegaba con mi séquito (tenía marido pero no importaba, el príncipe o rey o lo que fuera no era celoso parece y se trataba de un matrimonio arreglado) a una aldea donde todos me decían "mi señora". De repente me hallaba en brazos de un súbdito al que le decía que lo había extrañado mucho y que lo quería mucho. Él me decía "te amo" y era la verdad y la primera vez que me lo decía. Me llevaba a dormir como a una especie de granero con varios ambientes donde vivía mucha gente y donde los pisos estaban cubiertos de paja de distintos colores o de pétalos de flores o ambas cosas mezcladas. Yo miraba todo y dormía en el piso y sentía la alegría de ser pobre y del pueblo. Otros plebeyos y plebeyas me recibían en alegre hermandad (Ahí se ve que metí mucho Robin Hood) y me llamaban "Paula" en vez de "señora". De repente amanecía y mi hombre (Qué lindo, qué tierno era) se había ido y volvía corriendo, subiendo por los muros a avisarme que ya había salido el sol y yo debía volver a mi castillo (Ahí me salió el Romeo y Julieta). Yo le decía que no habíamos cogido, así no más, le metía la mano por esos calzones medievales con cintillo en la cintura y le agarraba la poronga enorme y dura y nos metíamos en la taberna donde lo hacíamos delante de todo el mundo sobre la mesa y estaba muy bien.


escriboenlanety a lacorridas antes dearrancar elautoeirmeatrabajar, a latardearreglo pero teníamiedodeolvidarme ladulce sensación delamor


(Ya corregí. Y reviví. Uff :P)

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...