viernes, 31 de octubre de 2014

La memoria en cambio sobrevive

Dice en feis Felix Bruzzone
7 horas · Editado · 
Reseña conjunta, made in Bernardo Terza, para www.nodal.am, de Space Invaders, de mi querida colega Nona Fernández Silanes, y de 76, mi primer libro, ahora reeditado por Momofuku, que es una editorial del re carajo porque sus editores estuvieron en Japón, estuvieron en Siberia, y luego de ser abducidos por una nave que respiraba baba galáctica, llegaron al Río de la Plata y ya ven los desastres que están haciendo.


Silanes y Bruzzone: La experiencia de la dictadura a cada lado de la cordillera – por Bernardo Terza

libros

Estrella Distante
Dice Diego Tatián en Lo Impropio que existe una diferencia esencial entre recuerdo y memoria. Mientras el recuerdo aparece como una experiencia individual e intransferible, la memoria es colectiva, política y se transmite. El recuerdo de una experiencia puede dar origen a la memoria, pero sólo existe en el individuo que recuerda. La memoria en cambio sobrevive y sigue existiendo aún cuando ya no quede nadie que pueda recordar. En ese momento, dice Tatián, la memoria se convierte en historia y los muertos ya no son de nadie.[1]
Space Invaders de Nona Fernández Silanes y 76 de Félix Bruzzone son libros que pueden leerse juntos. Cada uno de ellos explora las marcas que dejaron las dictaduras a cada lado de los Andes. Son lecturas distintas porque surgen de recuerdos distintos, pero quizás se asemejan en la forma o el lenguaje. Despojado, para nada ingenuo, pero tampoco solemne, por momentos irónico y punzante. Este lenguaje configura una forma de interpelación diferente, una especie de barrida a contrapelo que deja a la vista las marcas en la experiencia de los hijos de militantes desaparecidos y de los jóvenes que fueron niños en esas décadas.
Entreverados, los libros de Fernández Silanes y Bruzzone componen un modo de pensar que irrumpe, no como testimonio o recuerdo, sino generando ruptura. Construyen una literatura que desacomoda, piensa hacia adelante y al mismo tiempo enriquece la memoria colectiva, para finalmente, como dice Tatián, hacer la propia historia.
El título de Space Invaders surge de un videojuego clásico de la década del 80. Al inicio del juego, aparece en la pantalla un bloque ordenado de marcianos invasores de distintas formas, que bajan a la tierra a una velocidad creciente. El jugador debe disparar un cañón contra este ballet de marcianos que se mueve al compás de la música del videojuego y destruirlos en el aire para evitar el aterrizaje. Si los marcianos aterrizan, el jugador pierde. La novela de Nona Fernández Silanes sigue la trama del videojuego y se divide en tres capítulos o “Vidas” y un capítulo final o “Game Over”. A partir de recuerdos, cartas, sueños y recuerdos de los sueños, la autora chilena sigue la transformación de un grupo de niños en un liceo en la ciudad de Santiago de Chile durante los años de dictadura pinochetista.
La trama se construye alrededor de la figura inasible de Estrella González, la niña que en las primeras páginas entra al colegio de la mano un oficial carabinero. Sus compañeros Riquelme, Fuenzalida, Maldonado y Zúñiga la sueñan, se enamoran de ella, la imaginan, reciben sus cartas cuando ella está en un misterioso viaje por Alemania, y van armando sus propias vidas a partir de una imagen difusa de Estrella que los perturba y los invade. Las voces de los amigos van tejiendo un mismo relato, una experiencia. Como un coro de niños alucinados cantan por ejemplo: “Nuestro barco de papel empezó a hacer agua / Caímos en la sábana blanca y nos hundimos / Ahí estamos sumergidos / No sabemos despertar”.
Como los marcianos del videojuego, los personajes avanzan los niveles o van perdiendo “Vidas” en cada capítulo. Primero entre las sombras de esos años, un tanto desconcertados, sin saber demasiado acerca de lo que sucede. La aprobación de la Constitución de 1980, el Himno Nacional en el liceo, la religión, la bandera chilena y los uniformes de los carabineros, funcionan como símbolos enigmáticos que van marcando el pulso en la marcha un tanto desconcertada de los personajes. Pero al ir creciendo, se les impone un entusiasmo inquieto que los une. Se organizan, cuestionan a los profesores del liceo acerca de la militancia y la política y participan en marchas contra Pinochet. Aunque todavía, quizás, sin entender demasiado por qué lo hacen. Gritan lo que se grita en las manifestaciones y se mueven siempre en bloque como piezas de un juego desconocido que aprendieron de niños.
En pocas páginas, la autora construye una novela que apunta a una transformación. Aquellos que fueron los niños uniformados con sus nombres perfectamente escritos en la ropa y formaban filas equidistantes, terminan cuestionándose de forma íntima quiénes son ellos mismos en realidad. La respuesta no es tan concreta como definitiva: ya no son los mismos. “Si estuvimos ahí o no, ya no es claro. Si participamos de todo eso, tampoco. Pero las huellas del sueño han quedado en nosotros como las marcas de un combate naval destinado al fracaso”.
Nona Fernández Silanes consigue hilvanar los hechos históricos con una experiencia casi onírica de crecer en la dictadura. De un modo retrospectivo y dándoles voz a una generación de hijos y adolescentes durante la dictadura pinochetista, la autora muestra las huellas presentes de la vivencia pasada.
76 es un libro de relatos que parecen estar escribiéndose al mismo tiempo en que uno los lee. No son relatos circulares, o clásicos que se cierran sobre sí mismos, al contrario, parecen abrirse a medida que el protagonista y la narración avanzan. En todos ellos los personajes están lanzados al mundo en una búsqueda lineal, van dibujando una especie de ruta que se bifurca a cada paso. Como un líquido que se derrama y corre sobre una mesa de madera porosa. Esta forma no parece muy casual, todos los personajes de 76 son hijos de militantes desaparecidos durante la última dictadura militar argentina.
Lo que une a los relatos, lo que se derrama de uno a otro, es la condición inicial de los personajes. El hecho de no saber con exactitud qué pasó con sus padres hace que todos se encuentren en una búsqueda que los configura desde el principio. Al mismo tiempo, esto hace que los personajes se sientan despojados y salgan al mundo a probar la experiencia cotidiana.
La forma en que Bruzzone interpela el tema de la dictadura es a partir de mostrar lo cotidiano. Los protagonistas no se muestran como víctimas, no militan en agrupaciones políticas por convicción, sino que viven, dudan, suceden cosas. Sin embargo, a partir de esta mirada íntima sobre los hijos de desaparecidos, el libro da cuenta de una experiencia colectiva. En 76 se lee la manera en que lo denso y lo oscuro de la dictadura militar argentina, que es algo político concreto, se encarna en el espacio cotidiano, en el fluir diario de cada protagonista. La condición de hijos de desaparecidos aparece permeando desde lo más profundo a lo inmediato. Ahí es donde se encuentra la tensión que habita todo el libro. Como las medusas que acompañan al protagonista del relato Sueño con medusas, el recuerdo siempre vuelve: “Y siempre, de una forma o de otra, pican, irritan, adormecen; tanto que a veces me dan ganas de que se vayan, pero como siempre vuelven debe ser mejor así, un recuerdo necesario de mi abuela, y de papá y de mamá”.
La tensión también está puesta en el clima. No hay angustia explícita, se siente. Los relatos fluyen líquidos, despistan. Se derraman, son lineales y no cierran. Pero la presencia de la desaparición es constante y está como abierta de un tajo para mostrar lo que hay adentro. Así, la literatura de Bruzzone atraviesa la experiencia de lado a lado y la da vuelta como un guante, sin dejar nada oculto adentro.
Space Invaders y 76 abren las marcas del pasado y las rompen, las desarman en lugar de señalarlas detenidas y construyen una memoria que se proyecta. La mirada sobre las huellas del pasado transforma el presente. Como el título de la novela de RobertoBolaño, la luz de una Estrella Distante aparece ante los ojos como un rayo en el cielo nocturno de hoy, pero en realidad pertenece al pasado remoto del universo.

Nona Fernández Silanes nació en Santiago de Chile en 1971. Es escritora y actriz. Publicó las novelas Mapocho (2002), Av. 10 de julio Huamachuco (2007),Fuenzalida (2012), la obra de teatro El Taller (2013) y los relatos de El cielo(2000). Space Invaders (2013, Eterna Cadencia) es su novela más reciente.

Félix Bruzzone nació en Buenos Aires en 1976. Es escritor y editor. Cofundador de la Editorial Tamarisco (2005). En 2008 publicó por primera vez76 con el que ganó el Premio Anna Seghers en Berlín (2010). En 2008 también publicó la novela Los Topos. En 2010 publicó Barrefondo. En 2014, la editorialMomofuku reeditó 76 incluyendo dos nuevos relatos. Acaba de publicar su última novela Las Chanchas.
[1] Diego Tatián: Filósofo (Córdoba, Argentina, 1965). En el ensayo “Experiencia, subjetividad y memoria” del libro Lo Impropio (Editorial Excursiones, 2012)


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