domingo, 29 de noviembre de 2015

Lugares de la ficción en el CCK

PUBLICADO EN EDICIÓN IMPRESA DEEXPOSICION

Yendo de un libro a otro

La exposición interactiva y multimedial “Los lugares de la ficción” propone un recorrido por los modos en los que la literatura se ocupó de describir, imaginar y transfigurar el territorio argentino. Desde Barranca Yaco hasta Coronel Pringles, desde Trelew hasta Yala, desde la selva de Horacio Quiroga hasta la Patagonia de Pigafetta o las playas de Alfonsina Storni.


Territorios. La literatura argentina se despliega en sus lugares, desde la conquista y la colonia hasta el Bicentenario y la era global.
Territorios. La literatura argentina se despliega en sus lugares, desde la conquista y la colonia hasta el Bicentenario y la era global. | Foto: Manuel Pose Varela
En El último lector, Ricardo Piglia propone menos una historia de la lectura que “las figuraciones del lector en la literatura”. Las representaciones imaginarias del arte de leer en la ficción: “Una historia imaginaria de los lectores”. En ese libro de hipótesis sorprendentes y seductoras, Piglia sabe de las dos cosas, se construye una especie de registro de posibles lectores. El Che Guevara, el lector en marcha, frente a Gramsci, el lector quieto. Proust, Borges, Joyce y tantos que le sirven para formular un museo de lectores y configurar esa escena.
Como toda buena tesis, deja paso para seguir pensándola. Esto ocurre al entrar a una de las tres salas que conforman la muestra Los lugares de la ficción. Territorios culturales argentinos, curada por Alejandra Laera y Claudia Torre, que despliegan fragmentos de textos de sitios que, reales o imaginarios, pueden ser recorridos a partir de la literatura. Un mapa que prescinde de accidentes geográficos, fronteras, escalas y se construye, enteramente, de letras. Son extractos de libros canónicos y de escritores menos famosos. Rescates, como el de Shunko, de Jorge W. Abalos, previsibles como Facundo y encantadores como los escritores de Coronel Pringles, César Aira y Arturo Carrera. Está Coronel Vallejos de Manuel Puig y la Buenos Aires de Roberto Arlt. Mar del Plata en sus glosas erótica y tanática, de Victoria Ocampo y Alfonsina Storni, respectivamente. También, esas letras se hacen sonidos y hay para escucharlas en lecturas de varios tipos. Las voces de sus autores y versiones actuales.
Fotos y compilado de películas refuerzan el motivo territorial, que no apunta tanto a señalar un lugar geográfico sino a un cúmulo de significados culturales y emotivos. ¿Qué lector se espera de esta experiencia? ¿Podemos agregar uno más al listado de Piglia? Por lo pronto, éste rompería con el sistema que, aunque en sus diferencias, siempre establece con la lectura una relación uno a uno. Ya sea en el camastro de campaña del revolucionario o en el espacio cerrado de la cárcel del pensador italiano; ya sea en el siglo XIX o en el XX, el lector está solo con su libro. En cambio, el que lee en esta muestra lee con otros. Lee en público sobrepasando el pudor de hacer aquello que fue diseñado para la intimidad. Lee en voz baja pero deletrea, cual niño que aprende a unir letras para que se transformen en sílabas, lee con la cabeza un poco inclinada hacia arriba, parado y la luz entra por los grandes ventanales.
Las salas Pampas y Playa son un poco diferentes de Pueblos, la antes mencionada. Señalan dos geografías que se antojan como planas, chatas y también, muy extensas. En la última, una proyección del mar entrelaza el ruido de las olas, la rompiente, el ir y venir del agua con el sonido de las palabras que se escuchan en los poemas de Carlos Battilana y Alfonsina Storni, por mencionar algunos de los que componen esta instalación sonora. Como si los fonemas fueran parte del paisaje y el mar se volviera poesía.
Por su parte, en la primera, una intervención de Marcos López recubre las paredes de la sala con reproducciones de obras que se consiguen en las tiendas de los museos. Sobre ella, López vuelve a pintar esa llanura sin accidentes, de cielo inmenso, horizonte bajo, fácil de transitar, los caballos desbocados que denotan el peligro en la pampa, el tendido eléctrico y el alambrado. Un recorrido por las representaciones de la pampa que pueden asociarse a las que empezaron con los primeros viajeros del siglo XIX y siguieron la historia de esa centuria en la pintura y las letras. Volver a pintar, repintar sobre copias, borrar el original para evidenciarlo. Ser el último pintor de la pampa pero sobreimprimirle la impronta pop. En su doble acepción: lo popular y lo que hace estallar el sentido de lo único. Que encarna en la serie como su patrona y su deidad.

Los lugares de la ficción. Territorios culturales argentinos
Centro Cultural Kirchner
Sarmiento 151
Jueves, viernes, sábados y domingos de 14 a 20
Salas 503, 504 y 505

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...