jueves, 21 de enero de 2016

Anoche vi la peli y ya quiero el libro

Dice Javier Avilés en su blog Lamento de Pornoy y me convence de que me he estado perdiendo algo imperdible:



Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne



“Yo hubiese deseado que mi padre o mi madre, o mejor, ambos – ya que los dos fueron igualmente responsables – hubiesen tomado conciencia de lo que se proponían cuando me concibieron, teniendo en cuenta mi estrecha vinculación con lo que hacían”

Así se inicia una obra fundamental de la literatura, Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne.

Sigamos con el capítulo uno. A lo anotado le siguen una serie de reproches y consideraciones sobre el azar de la vida. El primer capítulo se cierra con una desconcertante pregunta de la madre “¿Has olvidado dar cuerda al reloj?”

El segundo capítulo es una digresión sobre el Homunculus, es decir sobre el espermatozoide con forma de persona en miniatura.

En el tercer capítulo aparece el tío Toby como transmisor de las anécdotas familiares, lo que nos cuenta Tristram Shandy es imposible que él, que no ha nacido aún, lo sepa. El padre exclama: “¡Las desgracias de mi Tristram empezaron nueve meses antes de que viniera al mundo!”

En el capítulo cuarto Tristram Shandy confiesa su voluntad de irritar al lector, y se lanza a disertar sobre la forma de narrar. En pocos párrafos cita a Montaigne, Horacio y Homero, más o menos para decirnos que él empieza la novela como quiere. Vuelve de nuevo a la narración explicando el día (la noche del domingo al primer lunes del mes de marzo) y el porqué de esa exactitud. Cuenta entonces lo metódico que era su padre en ciertas cuestiones domesticas:

...”llegó poco a poco a programar con idéntica frecuencia algunas otras pequeñas obligaciones conyugales, con objeto de deshacerse de una vez de todos esos cuidados sin sentirse incordiado el resto del mes”

Aparece ahora una de las constantes en toda la novela, la continua mención a Locke y su filosofía, esta primera vez en forma de asociación de ideas, ya que la madre de Tristram Shandy queda condicionada por la meticulosidad del padre de forma que “nunca pudo oír ya dar cuerda al susodicho reloj sin que sus pensamientos derivasen hacia otras cosas que irresistiblemente se agolpaban en su cabeza, y viceversa”. Lo cual nos lleva hasta la frase del primer capítulo, que sólo ahora podemos entender con todo su sentido ( o con todos sus sentidos, pues esa es la esencia de la novela, la pluralidad de su lectura) de que manera el acto de dar cuerda al reloj queda íntimamente ligado a esas “obligaciones conyugales” que nueve meses después tendrán como consecuencia la llegada al mundo de nuestro protagonista.

Cuatro capítulos son necesarios para aclarar el párrafo inicial.

Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy no es una obra convencional. Es una novela en gran medida intertextual, y lo es deliberada y declaradamente sobre todo en lo referente a dos autores a los que Sterne evidentemente reverencia: Cervantes y Rabelais, y a sus más universales novelas, El Quijote y Gargantua y Pantagruel. Sería muy extenso anotar las continuas referencias, citas, trascripciones y similitudes que se pueden encontrar sobre estas dos novelas y el Tristram Shandy. Pero esta intertextualidad no se limita a un simple homenaje: Sterne amplifica la incorrección de Rabelais, la locura del Quijote y la forma de narrar de Cervantes, logrando una obra terriblemente personal e innovadora que supone un punto de inflexión en la historia de la narrativa, convirtiéndose en una obra fundamental en la historia de la literatura de la misma manera y con la misma importancia que El Quijote y el Ulises.

La digresión es la forma que emplea Sterne para narrar, de forma que la historia avanza retrocede se ramifica por innumerables caminos, se detiene temporalmente mientras avanza por otro plano temporal. Es narrativa y crítica literaria. Es apología del pensamiento de Locke, admiración declarada por Cervantes y Rabelais, ataques continuos a su rival literario Swift, continuas apelaciones al lector, despiadadas réplicas a los críticos, historias dentro de historias... Es todo eso y mucho más: es el laberinto shandyano que construyó Sterne para la posteridad.

Sólo hay que lamentar que no llegase a concluirla nunca, que el trabajo quedase interrumpido dejándonos sin saber el final de los amores del tío Toby, o el desarrollo de tantas historias que Tristram Shandy (Sterne) prometió contarnos.

Pero mucho me temo que si Sterne hubiese dispuesto, no de una sino de cien vidas, jamás hubiese acabado la Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy. Es una novela que, como la Tristrampedia que intenta escribir el padre de Tristram anotando todos los acontecimientos ocurridos diariamente que afectan a su hijo, hubiese crecido día a día en una continua digresión que hubiese terminado incluyendo al mismo mundo dentro de la novela... al final la novela de Sterne hubiese incluido la propia realidad del lector.




Publicado por Portnoy en 21:01


Tomado de http://ellamentodeportnoy.blogspot.com.ar/2006/04/vida-y-opiniones-del-caballero.html

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