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Elizabeth Bishop es, para algunos, la mejor poeta de su tiempo. Ganadora de un Pulitzer en 1956 por su poemario Norte y Sur, llegó a Brasil 5 años antes, cuando tenía 40 años. Lo que no iba a ser más que una breve estancia de no más de dos semanas para visitar a una amiga suya, Mary Morse, se terminaría alargando 15 años. No entraba en los planes de Elizabeth enamorarse en tierras brasileñas y, mucho menos, de quien era la por entonces pareja de Morse, Lota Macedo Soares, pero las cosas pasan y no hay nada que se le pueda hacer para evitarlo.
Lota, arquitecta del Parque Flamingo, hoy Parque Brigadier Eduardo Gomes, en Río de Janeiro, y Elizabeth, vivirían un triángulo amoroso que derivaría en una larga e intensa relación. A Elizabeth no le terminaba de gustar del todo Sao Paulo, demasiado calor y demasiado ruido, pero Lota le construiría un pequeño estudio en el jardín de su casa para que pudiera trabajar más a gusto donde escribiría muchos de sus más famosos poemas. A su lado, Elizabeth terminaría viviendo los años más felices de su turbulenta vida y acabaría considerando Brasil como su verdadero hogar.
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Licenciada en Vassar, la universidad femenina más prestigiosa de la época, fue allí donde comenzó a tener sus primeras relaciones con mujeres y a destacar por su poesía, apoyada siempre por Marianne Moore, una de sus principales inspiraciones. Heredera de Walt Whitman y Emily Dickinson, eran constantes los elogios por sus poemas, publicando su primer poemario, Norte y Sur, en 1946.
Elizabeth no volvería a pisar su país natal hasta finales de los 60. Su relación con Lota se encontraba en la cuerda floja culpa de la depresión de esta y su alcoholismo. Durante un viaje de Elizabeth a Seattle mantendría una aventura con otra mujer de la que Lota terminaría enterándose. Esto marcaría el principio del fin y Bishop haría las maletas para volver a los Estados Unidos. Una vez superada su depresión, Lota volvería a buscarla pero, a los escasos días de pisar suelo norteamericano, una sobredosis de tranquilizantes acabarían con su vida y le impedirían reencontrase con la mujer con la que compartió tantos años y recuerdos.
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Esta intensa y complicada relación entre Elizabeth Bishop y Lota de Maceda Soares, dos mujeres emocional e intelectualmente complejas, ha sido retratada en dos libros, Flores raras y banalísimas y Cuanto más te debo. Ambos se centran en el mismo período de la vida de Elizabeth, sus años en Sudamérica, su interés y participación en la ajetreada vida política brasileña, que venía de estar en coma tras una dictadura de 30 años, y la truculenta y apasionada relación que mantuvo con Lota, pero se acercan a él de distinta forma.
Carmen L. Oliveira reconstruye en Flores raras y banalísimas esos años, de 1951 a 1967, manteniéndose lo más fiel a la realidad posible. Se ciñe a los datos y a la información para relatarnos, a modo de crónica y de manera muy precisa, cómo vivieron estas dos mujeres y qué significaron la una para la otra. Michael Sledge, en cambio, opta por la novelización y la creación de una obra de ficción a partir de la realidad. Impactado por el contenido de las cartas publicadas de Bishop e inspirado en sus poemas, se dio cuenta de que había material más que suficiente para una novela y se lanzó a escribir. Con Cuanto más te debo consigue arrojar luz sobre la vida privada de una mujer muy tímida y reservada, de la que poco se supo hasta que, dejando a miles de kilómetros a la rígida sociedad norteamericana, conoció a Lota y mantuvieron abiertamente un sonado romance.